EL
RESTO DE MI VIDA
¡Hoy
es el primer día del resto de mi vida! Sabio aforismo que fortalece mi
esperanza. No malgasto energías viajando al ayer con la culpa y el rencor ni al
mañana con la preocupación. Disfruto plenamente el único tesoro que tengo en
mis manos: El ahora, el presente que se me escapa.
No permito que el desaliento
o la autocompasión me paralicen. Me lleno de entusiasmo y motivación. Borro
rutina, busco nuevas metas, aprecio mis talentos, admiro tantas maravillas.
¡Vivo! Soy paciente conmigo y con los demás. Soy fiel a los valores del
espíritu, a los principios éticos. ¡Hoy es el primer día del resto de mi vida!
Aprovecho toda ocasión para
hacer el bien. Sé que soy el artífice de mi destino, el creador de mi buena o
mala suerte. Cosecho lo que siembro y si cultivo pacientemente obtengo
excelentes frutos.
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Un discípulo pregunto al
rabino Baalschem: ¿Por qué cuando uno se adhiere a Dios y sabe que esta cerca,
a veces experimenta como una separación o lejanía de El? El maestro judío dio
la siguiente explicación:
Cuando un padre trata de
enseñar a su hijo a andar, procede de esta manera: Lo coloca primero delante y
pone sus manos a ambos lados para que el pequeño avance hacia el entre sus
manos protectoras. Cuando el niño está llegando a su padre, este se aleja un
poco y aparta de nuevo los brazos, y así sucesivamente hasta que el niño
aprende a andar.
Hermosa respuesta que nos
ilumina para comprender el misterio del amor hecho de presencias y ausencias.
En el amor divino y humano se viven esas “noches oscuras” de que habla San Juan
de la Cruz. Si afrontas esas crisis purificadoras con fe y paciencia, la
relación sale fortalecida de ese crisol.
Dios no envía males
Invoca
a Dios, pero no navegues junto a los escollos, es un dicho de los marinos. Útil
para aquellos que delegan todo a Dios hará evadir responsabilidades y no hacer
nada. Dios jamás hará por nosotros nos toca hacer. No es un Padre alcahuete.
En una canción se le
pregunta a Dios: ¿Dime por que el mendigo de la calle?, ¿por qué las manos son
inactivas? El mal nos procede de Dios, sino de nuestra maldad. El respeta la
libertad que nos dio San Agustín decía que la oración no es para que Dios haga
cosas, si no para que las hagamos nosotros. Debe ser energía y paz para que nos
movamos a hacer el bien y evitemos hacer el mal.
El mal no procede de Dios,
sino del mal uso de la libertad. Elige sabiendo lo mejor para ti y los otros.
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¿Más ricos o mas pobres?
En
cierta empresa ante el clima de animadversión, el gerente propuso este trato a
los empleados: Para acabar con intriga y la critica destructiva, daré un dólar
a quien hable bien de un compañero, y quitare igual cantidad por cada frase
negativa y malévola.
Y añadió: Dentro de un
tiempo apreciable, ¿Cómo estarán ustedes?, ¿mas ricos o mas pobres? En nuestro
caso, ¿Qué sucedería? ¿Vivimos para reunir o para dividir? ¿Somos artífices de
concordia o de discordia? Tu vida es amable si eres bondadoso y servicial. Sé
generoso al apreciar las cualidades ajenas. Contribuye a crear un clima
favorable con el amor y la delicadeza. Se convive mejor con respeto y
tolerancia.
Sé luz del mundo con la
afabilidad y la firme decisión de bloquear el chisme y la critica inhumana. Al
esmerarte por ser simpático y benévolo alfgrsaas tu vida y la de los otros.
El sabio y los caminantes
Un
sabio dialoga con si discípulo en un cruce de caminos. Llega un viajante y le
pregunta: He dejado mi aldea y quiero radicarme en el pueblo más cercano, ¿cómo
son sus habitantes? –Primero dime ¿Cómo eran los que abandonaste? –Egoístas,
falsos, insoportables. – Así son lo que vas a encontrar, repuso el sabio
anciano.
Prosiguió la charla y mas tarde
llego otro caminante que pregunto lo mismo, con idéntica respuesta:-¿como eran
los moradores del lugar que dejaste? – personas buenas con mas cualidades que
defectos. –Así son lo que vas hallar, le dijo el anciano. Al marcharse el
viajero, pregunto intrigado el discípulo: ¿no es contradictorio responder así
ambos viandantes?
No, contesto con serenidad
el sabio, el secreto esta en que a cada cual lo van a tratar según como el trate
a los demás. El curso mas breve de relaciones humanas se reduce a la valiosa
regla de oro: trata los demás como quieres que te traten a ti.
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